Ayudas técnicas para los ancianos
Las ayudas técnicas son sistemas y dispositivos diseñados para facilitar a los ancianos, en este caso, su movilización o la realización de diferentes tareas que por falta de adaptación no pueden llevar a cabo sin ellos o les es más cómodo hacerlo con la ayuda de éstos.
Estas herramientas de ayuda deben permitir salvar o aminorar la dependencia que las personas mayores tienes en algunos ámbitos, de manera que se reduzca dicha “desventaja”. Para que se cumpla este objetivo, deben ser sencillas y eficaces y así responder de forma directa a las necesidades para las que han sido desarrolladas.
Hay multitud de variedades de instrumentos que ayudan a adaptarse a las personas, pudiendo ser clasificados en dispositivos de movilidad (bastón, andado y otros como la grúa que son utilizados sobre todo en hospitales y residencias en los casos de más dificultad para la movilidad), de higiene y aseo personal (peines de mango largo, rascadores de espalda, pañales, cuñas…) , de descanso, de alimentación (utensilios con el mango más grande y más fáciles de manejar, platos que faciliten coger la comida), relacionados con la medicación (pastilleros que permiten organizar las pastillas o poder partirlas o triturarlas para su mejor ingesta) y otros que tienen que ver con la prevención de complicaciones habituales en anciano.
Respecto a este último aspecto, sabemos que es más o menos habitual encontrarnos en los ancianos con úlceras por presión (UPP); son heridas en la piel que aparecen al soportar una presión externa de manera continuada impidiendo una correcta circulación sanguínea y la correcta nutrición de los tejidos. El problema de las UPP se ha comprobado que aumenta la morbilidad y la mortalidad, empeora la calidad de vida y alarga la estancia de internación de cualquier paciente hospitalario. Existen varios factores que favorecen la aparición de éstas: la escasa movilidad del paciente, la alteración de la percepción de los estímulos dolorosos, la obesidad, la delgadez, la elasticidad de la piel, el flujo sanguíneo… Por todo esto, cuando un paciente vaya a tener que permanecer encamado por cualquier proceso fisiopatológico, pero sobre todo, cuando vaya a encontrarse mucho tiempo inmovilizado, se debe tomar una serie de medidas para evitar la aparición de escaras. Entre la prevención dirigida a esta cuestión encontramos los colchones antiescaras (que forma parte de esa instrumentación técnica para los ancianos) y los cambios posturales, de los cuales el personal sanitario somos responsables, tanto de realizarlos como de enseñarlos a los familiares. Así, el mecanismo de este tipo de colchones está basado en variar los puntos de apoyo del individuo cuando está acostado, llenándose de aire algunas de sus partes mientras que otras zonas están vacías.
Es importante en cuando a los cambios posturales y a la movilización de las personas que los sanitarios lo hagamos correctamente, sin hacerle daño al paciente, pero también sin hacernos daño nosotros. Para ello nuestro objetivo no solo debe ser el cambiar de posición al paciente sino que también debe ser el hacerlo de manera que nuestro cuerpo no se resienta. Tanto para esto como para mover y trasladar mobiliario o herramientas, debemos de tener en cuenta algunas cosas como ejercer la fuerza en mayor medida con las piernas, mantener la espalda recta, poner un pie en la dirección hacia la que vamos a dirigir la fuerza, cuando nos tengamos que agachar flexionar las rodillas… de esta forma nuestro cuerpo sufrirá menos y los movimientos que hagamos serán más eficaces.
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