1. ¿Cuándo consideramos que un individuo tiene insomnio?
El insomnio es la dificultad de iniciar o mantener el sueño o falta de un sueño reparador. Supone una alteración de al menos 3 veces por semana y durante un mes como mínimo, dando lugar a cansancio diurno u otros síntomas atribuibles como irritabilidad o deterioro de la actividad diurna. A consecuencia de esto, el insomnio puede hacer que la persona duerma muy poco o duerma mal, siendo posible que al despertarse no se sienta descansada.
El insomnio puede variar entre leve e intenso, según su frecuencia y duración. Además puede ser crónico, si ocurre por lo menos 3 noches por semana y durante más de un mes, o agudo, de corto plazo, ya que dura menos tiempo.
Se dice que una persona tiene insomnio cuando presenta los siguientes criterios:
· Latencia de sueño superior a 30 minutos.
· Más de dos despertares nocturnos.
· Vigilia nocturna de más de 1 hora.
· Tiempo de sueño inferior a 6 horas.
· Sueño transitorio.
· Insomnio agudo: entre tres y cuatro semanas.
· Insomnio crónico: más de cuatro semanas.
2. Causas del insomnio.
· Origen fisiológico (cambios del ritmo circadiano, alteraciones de los núcleos talámicos dorsomediales…)
· Derivados de alguna patología (cardiaca, respiratoria, articular, gástrica vesical, dolor…)
· Causas ambientales ( cuidados nocturnos, ruido, luz …)
· Causas psicológicas (estrés, ansiedad, depresión…)
· Por consumo de fármacos (triciclicos, estimulantes, corticoides, diuréticos…)
· Por determinados síntomas (prurito, dolor, diarrea…)
3. ¿Qué es la inmovilidad? Tipos de inmovilidad.
El síndrome de inmovilidad es un problema geriátrico caracterizado por una reducción de la capacidad para desempeñar actividades de la vida diaria por el deterioro de las funciones motoras, es decir, de la tolerancia al ejercicio, progresiva debilidad muscular y, en casos extremos, pérdida de los automatismos y reflejos posturales que imposibilitan la deambulación. Se puede distinguir dos tipos de inmovilidad:
· Una inmovilidad relativa, en la que el anciano lleva una vida sedentaria pero es capaz de movilizarse con menor o mayor independencia.
· Una inmovilidad absoluta que implica el encamamiento crónico, estando muy limitada la variabilidad postural.
El riesgo de la inmovilidad relativa es el encamamiento mientras que la inmovilidad absoluta es un factor de riesgo de institucionalización, de morbimortalidad y aparición del síndrome del cuidador. Este cuadro clínico es generalmente multifactorial, potencialmente reversible y, a distintos niveles, prevenible.
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